De colonia a alta costura, ninguna otra ciudad del Medio Oriente ha demostrado ser un centro de arte y moda como Beirut. La fusión de Oriente y Occidente, de tradición y modernidad, le valió a la capital libanesa el apodo: La París del Medio Oriente. Con su arquitectura de mandato francés, su gastronomía de clase mundial, sus mujeres elegantes y liberadas, su multitud de iglesias en el lado cristiano de la ciudad y sus lazos milenarios con Francia, encajaba en el papel.
Durante los años 90, Líbano se convirtió en un ejemplo de una economía de laissez-faire incontrolable y ahora necesita un rescate del Fondo Monetario Internacional. Infestado de corrupción, los poderosos y bien conectados apenas estaban sujetos al Estado de derecho, y los señores de la guerra de la guerra civil se encargaron de gobernar el país.
La clase media, alguna vez próspera, de Beirut, Líbano, ha colapsado en medio de una crisis económica histórica. Los bancos están congelando las retiradas y las farmacias se están quedando sin medicamentos.
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