En la actual era dinámica, nuestra perspectiva económica está cambiando de manera bastante radical. Aunque la escasez era un concepto fundamental de la economía tradicional que sostenía que las necesidades humanas de bienes y servicios podrían exceder la capacidad de producción para satisfacer estas necesidades, la visión del mundo de hoy ofrece una perspectiva diferente.
En nuestro mundo actual, en lugar de una falta de dinero o capacidad de producción, el problema fundamental reside en la distribución desigual del dinero y el déficit de demanda. El mundo está realmente inundado de dinero; tiene una capacidad de fabricación en superabundancia. Sin embargo, la demanda es insuficiente.
Nuestro malentendido de la situación económica radica en nuestras limitadas percepciones autocéntricas de nuestros deseos. Existe una brecha entre nuestro deseo y la capacidad real de compra o pago. El artículo propone el concepto de "demanda falsa", subyacente a esos deseos de nuevos teléfonos, automóviles u otras mercancías para las cuales la persona no tiene suficiente dinero para pagar. En tales casos, estas demandas no son reales desde un punto de vista económico, sino que son solo ilusiones. Solo pagar dinero o demostrar la capacidad de pago en el futuro puede convertir un deseo en una demanda.
Esta discrepancia entre la oferta y la demanda ha resultado en una economía donde, a pesar de la riqueza concentrada y las prósperas condiciones de diversas industrias; hay una falta de oportunidades laborales, crecientes deudas y escalamiento de los precios de los activos. Un gran número de personas, a pesar de su voluntad y preparación para trabajar, no logran encontrar un empleo que les permita tener un estilo de vida decente.
Una instantánea sobre la desigual distribución de la riqueza revela la creciente disparidad donde el 20% superior retiene el 120% de la riqueza en algunos países desarrollados como Estados Unidos y el 80% inferior lucha contra un -20% es decir, con demasiadas deudas. Los intentos de mantener nuestra máquina económica llevan a que el Gobierno pida más prestado. Pero esto solo incrementa la deuda nacional y resalta el desequilibrio de la oferta y la demanda.
Con una avalancha de suplementos de productos y una escasez de liquidez, la innovación se convierte en un imperativo. Dentro de este escenario macroeconómico, fenómenos como la dependencia del potencial futuro, el sobreendeudamiento, las especulaciones financieras y la dependencia de los avances tecnológicos están intrínsecamente vinculados.
Este análisis económico enfatiza la necesidad de ampliar la lente a través de la cual percibimos nuestras circunstancias económicas. Fundamentalmente, la abundancia convive con la escasez. Mientras los consumidores están luchando, algunos sectores de la economía están prosperando. Por lo tanto, de acuerdo con el nuevo principio, para mantener la rueda económica girando, la demanda no necesita coincidir con la oferta; solo necesita existir de alguna forma y canal.
A largo plazo, ya sea real o no, la demanda tiene que estar respaldada por el poder adquisitivo. Solo entonces la rueda de la actividad económica puede girar continuamente e incluso acelerar. Hasta entonces, la ilusión o la demanda falsa es lo que mantiene la rueda apenas en movimiento. Esta es una llamada de atención para reevaluar y reorganizar nuestras percepciones y principios económicos para alinearlos con el escenario del mundo real. El dilema de mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda y la deuda ciertamente requiere una atención y una rectificación más profundas, pero hasta entonces, la demanda ilusoria actúa como un rescatador temporal incómodo.